Abraham vivió hasta los ciento setenta y cinco años. Fue enterrado en Macpela junto a su esposa Sara. Isaac heredo toda la fortuna de su padre al fallecer, y tras muchos años ya en su vejez, él se quedó casi ciego.

Un día, Isaac llamó a Esaú su hijo, para decirle que vaya de caza y le prepare un delicioso guiso que a él tanto gustaba, y antes de morir, le daría su bendición. Rebeca (esposa de Isaac) que escuchó todo, llamó a su hijo Jacob (su favorito) y le dijo que vista las ropas de Esaú, se ponga la piel de cordero y le lleve el guiso a su padre que ella lo prepararía.


Así, Jacob lo hizo y obtuvo la bendición de su Padre. Esaú al enterarse del suceso, rompió en llanto al ver que su hermano fue el elegido.

(Génesis 25: 7; 27:1,38)