Mucho tiempo después, los descendientes de Noé se establecieron y multiplicaron en la región de Senaar que era una espléndida llanura. Todos tenían y hablaban el mismo idioma; las nuevas generaciones cocieron ladrillos y dijeron:

"Construyamos la ciudad con una torre que llegue hasta el cielo. Nos haremos famosos y no andaremos dispersos."

Dios vio que la gente construía una alta y enorme Torre que supuestamente los llevaría al cielo. Ante dicha  osadía, dijo:

"Sé que hablan la misma lengua todos ustedes. Bien, derribaré esa Torre y confundiré su lenguaje para que dejen de entenderse."


Dicho y hecho, Dios hizo que los hombres no se comprendan. Ellos desconcertados, abandonaron la Torre y se alejaron de la ciudad hablando diferentes idiomas.