Después del Gran Diluvio, Dios bendijo a Noé y a sus hijos diciendo:

"Crezcan, multiplíquense y pueblen la tierra. Todos los animales de la tierra temblarán ante ustedes."

Cuando salieron, pudieron ver la hierba, las flores y los arboles. Agradecidos, se pusieron a orar a Dios.

Noé construyó un altar donde hicieron ofrendas a Dios para agradecerle por salvarles la vida y por ya no enviar lluvia para castigar a la gente mala. Dios como muestra de su promesa, puso un bonito Arco iris en el firmamento.


Noé retomo su trabajo en la tierra y plantó una viña. Sus hijos tuvieron mucha descendencia y fueron numeras. Parte de ellos, construyó una ciudad.

(Génesis 9, 10)