Tras ser arrasado el Ejercito Egipcio por la fuerza de las aguas, los Israelitas siguieron su camino con tranquilidad. La salida de Egipto es recordada como la mayor festividad del año: La Pascua. Luego, por cuarenta años vagaron por el desierto antes de llegar a la tierra prometida.
Cuando llegaron a tener sed, Dios les dio agua dulce, después sintieron hambre y tras recordar sus anteriores estadías en Egipto, notaron que tenían más alimento que ahora. Dios les dijo:
"Este es el pan que Dios les envía. Lo recogerán y comerán cada día."
Así, Dios les brindó el Maná, el rocío hecho grano caído del cielo, pero que sólo se podía comer el mismo día a excepción del viernes, ya que se servía para el sábado, día elegido por Dios para el descanso.
(Éxodo 15: 23, 27; 16)