Salomón, fue un buen Rey durante sus inicios. Dios estaba muy contento porque se respiraba la paz en mucho tiempo, por eso Dios le ordenó a Salomón que construya un gran templo que reemplazaría al Altar.

Salomón obedeció con creces. Trajo madera de calidad de otros países, recubrió muros y pisos con oro puro, lo adornó con diseños artísticos y todo esto demoró al menos seis años terminarlo. Una vez listo, en el templo se guardó el arca del testimonio y las dos piedras donde Dios escribió los Diez Mandamientos que dio a Moisés. Tras esto, los sacerdotes alabaron el Templo de Dios.


Tiempo después, Salomón envejeció y tuvo muchas esposas que adoraban Ídolos. Él empezó a adorarlos y esto, hizo nacer lentamente la ira de Dios quien, le dijo que tras su muerte, Israel se dividiría.

(1 Reyes 5, 6, 7, 8 ,9, 11)