Eliseo fue un gran y buen profeta, al igual Jonás quien recibió un castigo para que rectifique su camino. Él fue elegido como profeta, y Dios le ordenó visitar Nínive ya que el pueblo estaba en el pecado y debía arrepentirse. Pero Jonás desobedeció a Dios y tomo un barco hacia otro destino.

Cuando Jonás estuvo en altamar, Dios desató su ira con una terrible tormenta. El miedo estaba presente en la tripulación, pero Jonás permanecía en silencio consciente que eso era un castigo divino. Lo Marineros preguntaron a Jonás que se podría hacer para que no perecieran, entonces él le dijo que se arrojaría al Mar para que puedan salvarse. Así, Jonás lo hizo y fue tragado por una Ballena pero sin daño alguno.


Jonás vivió dentro de la Ballena durante tres días y tres noches. Él oró durante todo ese tiempo, luego la Ballena lo dejó en una playa. Tras esto, retomó su viaje hacia Nínive.

(Jonás: 1, 2, 3)