Cuando Josué falleció, llegó la generación que no conoció a Dios ni a los primeros profetas, entonces, se alejaron de Dios.
El pueblo fue invadido por ladrones y los Filisteos. Cuando la suerte de Israel caía, Dios les envió Jueces. Otoniel los libró de los Edomitas; Aod los liberó de los Moabitas y Samgar, de los Filisteos. A pesar de eso, Israel volvía a defraudar a Dios.
Ante la dictadura de Jabín, Dios les envió a Débora, quien logró derrotarlo. Hubo paz por unos cuarenta años. Nuevamente, Israel volvió a fallarle a Dios, pero Él no los abandonó. Invadidos por los Madianitas, envió a Gedeón para salvarlos. Al abuso Ammonita, llevó a Jefté para detenerlo.

Pasaron cuarenta años hasta que asomó la presencia de la mujer de Manué.
(Jueces 3, 4, 5)