Dios nombró a Josué para remplazar a Moisés (que se fue al cielo). Luego le dijo:
"Josué, Moisés ha muerto. Esfuerzate y ten ánimos. Serás el encargado de hacer ingresar a tu pueblo en la tierra prometida."
Tras eso, se encaminaron con el Arca de la Alianza hasta el río Jordán, lugar donde dividió sus aguas para ceder el paso de los Israelitas hacia Jericó. Cuando vieron el milagro, los pobladores se encerraron en su fortificada ciudad temerosos de su gran poder. Josué mandó a desfilar alrededor de la ciudad, llevando el arca y a sus Siete Trompetas. Así, ante los gritos israelitas, las murallas de Jericó cayeron solas.

Antes de morir, Josué instaló las doce tribus de Israel en Canaán. Reunió a su pueblo y le dijo:
"Reconoced que Dios ha cumplido todas sus promesas."
(Josué 1, 3, 8, 23, 24)