Cuando llegaron cerca a Canaán, la Tierra prometida, Moisés envió a doce personas a investigar. Al regresar ellos, trajeron consigo higos, granadas dulces e higos, luego dijeron que en ese lugar brotaba la leche y la miel, pero era una ciudad fortificada habitada por hombres gigantes.

La gente, tenía sed, y cuando Moisés quiso hacer brotar agua de una roca, sólo lo logró al segundo golpe de su bastón. La falta de fe del pueblo, fue castigada negándoseles entrar a la ansiada tierra. Tras esto, siguieron por la margen oriental del Río Jordán, de pronto, Moisés percibió la Tierra Prometida, mas él no entraría en ella. Guió y enseño a su gente los Mandamientos de la Ley de Dios por cuarenta años en el desierto.


Al cumplir los 120 años, Dios llevó a los cielos a Moisés.

(Números 10, 11, 12, 13, 14: Deuteronomio 32)