La mujer era estéril, pero Dios le dijo:
"Darás luz a un hijo, cuya cabeza no ha de tocar la navaja, ya que será consagrado a Dios, librando a Israel de los filisteos."
Tras un tiempo, nació un niño al cual llamó Sansón, y él, tenia una fuerza extraordinaria gracias al don que le brindó Dios. Sansón demostró su gran fuerza divina a los filisteos, venciéndolos sin ayuda alguna. Luego derrotó a un terrible león; incendió las tierras con las colas incendiarias de trescientas zorras. Derrotó a mil filisteos con la quijada de un asno. Poco después, Sansón conoció a una mujer llamada Dalila, la cual por orden de los Filisteos, lo sedujo para que le revele el secreto de su tremenda fuerza y de cómo lo podrían vencer.

Cuando Sansón estuvo solo con Dalila, ella le insistió que le revele su secreto de su fuerza. Él respondió que si le atan con siete cuerdas de arco que todavía no estén secas, se debilitaría y seré como cualquier otro hombre. Una vez dormido, Dalila contó a los jefes de los filisteos el secreto y de inmediato le trajeron lo necesario según lo dicho. Dalila lo ató con ellas, luego irrumpieron unos hombres en el cuarto. Dalila gritó que eran los Filisteos y Sansón de inmediato rompió las cuerdas y los detuvo sin demora alguna.
Tras 2 respuestas falsas de Sansón e intentos fallidos de parte de Dalila y los Filisteos, Dalila insistió a Sansón continuamente que lo mentía y que no la amaba ya que no le revelaba el secreto de su gran fuerza. Muy presionado Sansón, confesó su gran secreto y era, que jamás había pasado ninguna navaja sobre su cabeza. Él era nazareo consagrado a Dios desde antes de nacer. Si le afeitaban su cabeza, perdería su fuerza y llegaría a ser tan débil como cualquier hombre.
Dalila convencida, llamó a los Filisteos y confesó el secreto, luego hizo dormir a Sansón en sus rodillas y con ayuda de una navaja, le cortó su cabello. Luego gritó ella que los Filisteos estaban sobre él. Sansón pensó escapar como antes, pero al sorprenderse de cómo rápido lo apresaron, se dio cuenta que Dios lo había abandonado.

Los Filisteos lo ataron y lo llevaron a su palacio donde fue amarrado entre dos pilares que sostenían el techo. Sansón pidió a Dios su ayuda divina y cuando se recuperó, tiró abajo las columnas haciendo perecer a Príncipes y ciudadanos filisteos.
(Jueces 13, 14, 15, 16)