Moisés se encaminó a Egipto con los suyos llevando el bastón divino. Al comienzo, los pedidos que hicieron Moisés y Ararón para liberar a Israel de la esclavitud fueron inútiles. Los Hebreos también rechazaban a Moisés ya que, ante los pedidos de libertad, el Faraón era más cruel con ellos.

Dios intervino cada vez que Moisés y Aarón regresaban desmotivados. Pero un día, Dios decidió lanzar su ira contra el pueblo Egipcio. Las Aguas del Rio Nilo se volvieron sangre, las ciudades se vieron invadidas por plagas (primero ranas luego mosquitos y luego tábanos).


Tras esto, la muerte llegó a los animales, luego úlceras y tumores en los Hombres y por último, Egipto tuvo la más terrible granizada de la historia.

(Éxodo 5, 6, 7, 8, 9)