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Jesús sana a un Paralítico de Siloé

En una piscina de Jerusalén (Betesda o Siloé), estaban enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. Entre todos ellos, estaba un Paralítico cuyo abatimiento estremecía.

Jesús al verlo, se le acercó y le dijo:

"¿Quieres ser curado?"

El Paralítico contestó:

"No tengo a alguien fuerte que me lleve hacia la piscina; hasta que yo vaya, que sea otro."

Jesús respondió:

"Levántate, toma tu camilla y camina."

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Y sorprendido el Paralítico, se fueron sus males y empezó a caminar agradeciendo.

Los Fariseos se escandalizaron porque Jesús había curado a alguien un día sábado, una fecha sagrada para ellos, pero Jesús les dijo que lo hacía en nombre de Dios, su Padre. Esas palabras los incomodó aun más.

Jesús resucita al Hijo de la Viuda de Naín

Jesús y sus Discípulos iban a Jerusalén. Cuando pasaron por la villa de Naín, son testigos de un triste funeral del Hijo único de una Viuda. El dolor era fuerte en ella y en la gente que estaba en el entierro.

Al verla, Jesús se compadeció y ella y le dijo:

"No llores buena mujer."

Se aceró, tocó el féretro y dijo:

"Muchacho, a ti te digo que te levantes."

A los pocos segundos, él se levantó y empezó a hablar. Luego se le entregó a su Madre.

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Todos glorificaban a Dios: <<Un gran profeta ha surgido. Dios ha visitado nuestro pueblo.>>

Lo ocurrido se transmitió por toda Judea y por todas las regiones vecinas.


Jesús sana a un Leproso

Se acercó a Jesús un Leproso que de rodillas le imploraba:

"Si desea, por favor limpíeme."

Jesús, se compadeció de él, lo tocó y le dijo:

"Si quiero, ahora quedas limpio."


Al momento, desapareció la lepra del Leproso quedando sano y limpio. Luego Jesús le dijo:

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"No digas a nadie lo que pasó. Anda, preséntate a un sacerdote, y ofrece por tu purificación lo que ordenó Moisés para que les sirva de testimonio."

Pero a pesar de eso, el Hombre contó a todos su gran noticia. Después muy agradecido, se hizo amigo de Jesús.

Jesús sana a un Muchacho endemoniado

Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos. Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron. Él les preguntó:

"¿Qué discuten con ellos?"

Respondió uno de la multitud:

"Maestro, traje a ti mi hijo que tiene un espíritu mudo que lo toma donde quiere, lo sacude, echa espuma, le cruje los dientes y se va secando. Le dije a sus discípulos que lo liberen, pero no pudieron."

Respondiendo Jesús, dijo:

"Oh generación incrédula. ¿Hasta cuándo he de estar con ustedes? ¿Hasta cuándo los tendré que soportar? Tráiganme al muchacho."

Cuando el Muchacho estuvo en frente de Jesús, el espíritu pudo ver a Jesús, así que sacudió con violencia al muchacho quien cayó a la tierra y se revolcaba echando espuma de la boca.

Jesús preguntó al Padre:

"¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto?"

El Hombre dijo que su Hijo estaba así desde muy niño. Muchas veces lo echó en el fuego y en el agua para que perezca y sea libre, pero sigue vivo. Él pidió a Jesús si podía hacer algo por su hijo, que tenga misericordia de ellos y los ayude.


Jesús le dijo:

"Al que cree, todo le es posible."

El padre del muchacho dijo a Jesús que si creía, y que lo ayude.

Cuando Jesús vio que la multitud se amontonaba, reprendió al espíritu maligno diciéndole:

"Espíritu mudo y sordo, yo te ordeno salir de él, y no regreses más en él."

De inmediato, el espíritu empezó a gruñir y a sacudir con violencia al muchacho; luego salió de él.

El muchacho parecía que estaba muerto, y muchos así lo creían. Pero Jesús le tomó de la mano, le enderezó; y así se levantó. Cuando Jesús entró en la casa, sus discípulos le preguntaron:

"Maestro, ¿por qué nosotros no pudimos sacarle el demonio?"

Él les respondió:

"Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno."