Tal cómo lo dijo Dios, Jacob tuvo gran descendencia a pesar de que Raquel (esposa de Jacob) no era fértil. Dios se acordó de ella y la hizo fértil. Ella tuvo un hijo al que llamó José.

Tras veinte años, Jacob pidió a Labán que lo deje volver a su pueblo tal como habían tratado. Tras unos acuerdos, por fin Jacob pudo ir. En su camino, acamó cerca de su pueblo natal, y antes del reencuentro con su hermano Esaú, rezó para que no tenga algún ataque por parte de su hermano, pero tuvo una pelea con un extraño toda la amanecida. Jacob creía que era su hermano Esaú, pero no fue así.


Tras la pelea, aquel hombre dislocó la cadera de Jacob y luego le dijo:

"Desde ahora serás Israel, o en otras palabras Fuerza de Dios, ya que luchaste con Dios y los Hombres y saliste vencedor."

Tras esto, le dio su bendición.

(Génesis 30: 22;32)