Jesús llegó a Sinagoga para predicar un sábado con sus discípulos, pero en aquel lugar, había un Hombre que estaba poseído por un espíritu inmundo que gritaba:
"¡¿Qué hay entre nosotros y tú?! ¡¿has venido a perdernos?! ¡sé que eres el Santo de Dios!!"
Jesús no le contestó y con fuerza, le ordenó:
"¡Calla, y sal de aquel Hombre!"
El espíritu se estremeció y salio del hombre que poseía. Jesús lo había purificado, y este hecho se hizo conocido en toda Galilea. Sus discípulos no dudaron de que estaban ante el Mesías.
* Cuarto milagro de Jesús